¡Las prácticas no sirven para nada! (… piensan algunas personas) o el camino de Gloria hacia su inserción laboral

En la Fundación Don Bosco tenemos la suerte de cruzarnos cada día con personas extraordinarias. Gloria es una de ellas. Su historia nos conmovió desde el primer momento. La hemos visto luchar, esforzarse, saltar por encima de mil obstáculos… ¡Tenéis que conocerla! Por eso le hemos pedido que nos narre su paso por nuestra entidad.

por | 27 Jul 2023, 9:00 pm | Historias de vida, Noticias

Gloria junto al equipo de orientador de la Fundación Don Bosco

Por Gloria León

«Ha supuesto un camino largo, que empezó con mi visita desesperada a un Andalucia Orienta donde conocí a María Peña. Llegué en una situación de desamparo total ya que nos habían echado a mi hija y a mí del piso alquilado donde teníamos nuestro hogar. Eso desencadenó un cúmulo de fatídicos acontecimientos a los cuales no veía salida. Estaba deprimida, abatida y sin fuerzas cuando en una de nuestras primeras citas María me dijo:

-Puedo ayudarte. ¿Conoces la Fundación Don Bosco? ¿Sabes lo que son las prácticas EPES?

Aquello me sonó a «perder el tiempo» pero su mirada estaba llena de brillo y sus palabras eran firmes. Me abrió las puertas a la esperanza que necesitaba.

Me explicó todo de forma extrañamente entendible y pude comprender que con las practicas EPES se podían abrir puertas a las que yo sola nunca hubiera llamado. Con el respaldo de un grupo de profesionales que me dieron la mano desde el principio, así fue como una mañana fresca y cargada de dudas por resolver llegué a la Fundación Don Bosco. Allí fue donde conocí a Sara, que me explicó todo el proceso, desde las entrevistas, nuevos currículos, cursos motivacionales, seguimiento, ayuda de búsquedas efectivas de empleo… Fui conociendo, poco a poco, a muchas de las personas que forman parte del Proyecto EPES y de Don Bosco, Javier Pérez y Lucía. Encontré escucha y apoyo con un toque de fluidez y cercanía que en aquellos duros momentos reforzaron mis ganas de continuar y sentirme merecedora de un trabajo digno.

Las prácticas comenzaron entrando a participar en un grupo de personas que -al igual que yo- traían un largo bagaje de derrotas en el mundo laboral. Algunas llevaban semanas o meses en el proyecto «práctica EPES» y se les veía más sonrientes, afirmadas y convencidas de que estaban en un camino fructífero. Había, como en todos sitios, gente incrédula y desconfiada, pero yo quería poner toda la carne en el asador. Fui a cada curso y reunión dando el máximo de mí aprovechando las enseñanzas de cada encuentro. Todo el grupo fue avanzando recuperando la confianza perdida de que un buen trabajo está esperándonos si somos tenaces, y que con las herramientas que nos estaban enseñando sin darnos cuenta nos convertíamos en las candidatas más brillantes en cualquier selección a un puesto de trabajo.

Sara puso gran empeño en conocer más de mí y mis cualidades. Ella fue un pilar muy importante, que siempre nos hacía no perder el norte, ser objetivas y realistas. Fue una guía para dar pasos firmes llevando siempre presente todo lo aprendido.

Así fue como un día recibí en su despacho la noticia de que tenía varias opciones de prácticas laborales en las que yo podría encajar. Juntas analizamos las opciones y opté por la que me pareció más acorde a mí: «ayudante de cocina y office en un hospital». Unos minutos después me entregaba un uniforme completo y acabada la primera parte del proceso. En pocos días empecé la segunda parte: prácticas no laborales en una cocina inmensa con un montón de compañeros y compañeras nuevos. Mucha información, datos a memorizar y un trabajo duro al que yo ponía ilusión y entrega.

Con el paso de las primeras semanas, descubrí que había elegido bien. Es un trabajo intenso pero que me llenaba de satisfacción y, a pesar de que no todo fue de color de rosa, cada día aprendía cosas nuevas y se reafirmaba en mí la idea de que pronto terminarían las prácticas y estaba convencida de que mi valía para un puesto de trabajo de aquella índole era más que óptima.

Se acercaba el final de las prácticas y tuve la impresión de que me hacia invisible. Incluso llegué a pensar que todo quedaría en sumar experiencias a mi currículum y volver a buscar trabajo, pero antes de lo previsto y pillándome por sorpresa, Lidia Martos de Sagrado Corazón me comunicó que desde el primer día había visto en mí una buena candidata y que lo había demostrado desde el principio y cada semana. Me ofreció un contrato que a día de hoy estoy cumpliendo y donde veo un futuro laboral digno de mí, que me recuerda que todo lo que he sembrado ha dado su fruto y sin olvidar la semillita que María puso en mis manos y a todas aquellas personas que fueron agua de riego en este proceso que ha dado un giro a mi vida.

Me alegra tener certeza de que muchas personas que hicieron sus prácticas EPES se sentirán identificadas con este escrito y me reconforta saber que muchas otras puedan leer esto y encontrar en la prácticas EPES un camino en pos del trabajo digno que todas las personas merecemos.

 

Semillas: María Peña, Sara, Amanecer.

Agua de riego: Javier Pérez, Lucía, Lidia, Adrián, Iván, Cristina, Anamary, Eva, Eli, Eduardo.»